La gnosis es la experiencia mística del secreto. Es una verificación muy individual de todas las verdades de la naturaleza. Los conocimientos que se transmiten aquí no pretenden alimentar nuestro intelecto, sino enseñarnos formas de alcanzar el conocimiento práctico. Vivimos la síntesis de las enseñanzas dejadas
por los dos testigos del Apocalipsis (V.M. Samael y Rabolú).
Necesitamos crear autodisciplina para convertirnos en guerreros de Acuario, adquiriendo el dominio de la máquina humana y desarrollando también las facultades del Cardias. Estas facultades nos permitirán salir en astral consciente, así como tendremos intuición para interpretar los sueños y sabiduría para actuar, siguiendo los principios de pensar correctamente, sentir correctamente y actuar correctamente.
El cuerpo físico es el Templo, el corazón es el altar del Templo. El corazón es realmente el Sol de nuestro organismo, la gran maravilla de la creación. En el corazón está la posibilidad de comunicación con nuestro SER, ya que en él está depositada una partícula de Él (el átomo de Nous). Seguimos el camino de Cristo, el camino del Amor. Aprendamos a ser cariñosos, comprensivos. La caridad enciende el fuego del corazón.
La búsqueda de nuestro SER pasa por el camino del Corazón. El corazón es el gran marcador de los conflictos que existen entre la mente y el sexo, donde uno quiere prevalecer constantemente sobre el otro. Además, durante el día, las impresiones no digeridas alimentarán nuestros defectos, dejando residuos de energías negativas en los diferentes centros. Esta es la fuerza (centrífuga) que actúa sobre nosotros, es una energía de tipo involutivo, descendente, que tarde o temprano nos llevará al fracaso. Para que estas energías no se queden resonando en los centros tenemos que aprender a sublimar estas energías, trabajando con la fuerza centrípeta (evolutiva). Debemos aprender a elevar estas energías al corazón, haciéndolo más puro y ligero.
Las prácticas del día del guerrero son el recuerdo de sí mismo, la autoobservación, la transformación de las impresiones y la muerte de los detalles. También debemos aprender a disciplinar nuestra mente concentrándonos en lo que es más importante en las tareas diarias. Tenemos que ser más serenos, acallar las voces internas. Así que empezamos a escuchar la voz de nuestro corazón. También está relacionado con esto que tratemos de hacer cosas esenciales, evitando futilidades. Mantenerse ocupado con cosas útiles.
Equilibrar los centros es de vital importancia, porque si hay un desequilibrio, esta energía centrífuga (involutiva) circula con mayor fuerza. La música superior, el arte, la poesía, el contacto con la naturaleza activan el trabajo de nuestra Esencia, aportándonos sentimientos superiores. Para recorrer el camino del Corazón tenemos que aprender a ser más pacientes y serenos. Las explosiones de ira y rabia ahogan la expresión del corazón, poniéndonos en contacto con las emociones negativas. Las polémicas e intrigas en las redes sociales no nos llevan a nada, sino para agotar las energías de nuestros centros. Tampoco guardemos rencor hacia nuestro vecino. El mismo proceso ocurre con la lujuria, la gula, la avaricia, etc. El intelectualismo se desarrolla sobre la base de un capital extraído de nuestras catedrales, donde en este caso acabamos enfriándonos para el trabajo interno.
"Blanquea el latón y quema los libros". (Alquimistas medievales)
"Pero tengo unas cuantas cosas contra ti que dejas que Jezabel, una mujer que se llama profetisa, enseñe y engañe a mis siervos, para que forniquen y coman de los sacrificios de la idolatría". (Apocalipsis 2:20)
Jezabel significa intelectualismos, juergas, orgías, fiestas, fornicaciones, adulterios, materialismo.
Si aprendemos a sublimar estas energías durante el día (las parejas también tienen la práctica de la transmutación), por la noche entraremos en las prácticas con un impulso extra. La comunicación con el corazón se hará más intensa y la oración de las partes internas y el contacto con lo divino se elevarán a las alturas que necesitamos en este momento. En las prácticas nocturnas, dejamos de lado el aspecto bélico y nos dedicamos plenamente a la mística y la oración. Como prácticas sugeridas tenemos la meditación, el desdoblamiento astral, etc. En este tema, para desarrollar nuestras Cardias, nos centraremos en la concentración y la imaginación. La concentración y la imaginación nos ayudan a controlar nuestra mente, evitando divagar o desarrollar procesos de fantasía. Una de las prácticas enseñadas por el maestro Rabolú consiste en colocarse dentro de nuestro corazón, escuchar sus latidos, imaginar cómo funciona. Pensemos por un momento que nuestro corazón, como un ritmo cósmico, nunca se detiene. Es la maravillosa bomba que anima todo nuestro organismo. El motor del coche, para que la máquina humana pueda funcionar perfectamente. A medida que profundizamos nuestra concentración, nos conectamos con las sensaciones superiores de nuestro SER. La conexión en vigilia con las partes superiores nos preparará más tarde para alcanzar las experiencias superiores fuera del cuerpo. Otra práctica, enseñada por el maestro Samael, es trabajar el proceso de imaginación con la naturaleza. Podemos trabajar con el proceso de nacimiento y muerte de las cosas. Por ejemplo, un rosal, imagina el momento en que se prepara la tierra y se planta el rosal. Sigue imaginando cómo nace, su tamaño, las hojas que se desarrollan, cómo crece la planta hasta que un momento empieza a emitir un capullo de flor. Entonces el rosal abre esta flor, nos imaginamos el color de esta rosa, incluso podemos intentar oler su perfume... Al cabo de un tiempo esta planta comienza a marchitarse, los pétalos caen, las ramas se secan y degeneran hasta que toda la planta se seca y cae, mezclándose de nuevo con la tierra. El proceso imaginativo es muy importante para el desarrollo del Cardias: Imaginar es Ver... También podemos imaginarnos dentro de nuestro corazón y empezar a ver cosas en la naturaleza, percibir sus colores y sonidos. Imaginemos bosques profundos, flores, el fondo del mar, el sonido de las olas en una playa, el sonido de un arroyo o una cascada, etc.
Para trabajar con el corazón tenemos que aprender a ser puros, a volver a ser niños inocentes. Procurar hacer siempre el bien, aprendiendo a amar al prójimo.
"Sólo la santidad y la castidad absoluta nos transforman en Ángeles". (Samael Aun Weor)
Paz Inverencial!