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En defensa de la auténtica Gnosis de los Mundos Interiores

 

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En busca del SER: el camino del CORAZÓN

 

 

"Necesitamos morir de instante en instante, de momento en momento; sólo con la muerte adviene lo nuevo. Así como la vida representa un proceso de exteriorización o extroversión gradual y cada vez más completa, la muerte del Ser es un proceso de interiorización gradual, en el que la Conciencia individual, la Esencia, se despoja lentamente de sus vestiduras inútiles... hasta quedar enteramente desnuda en sí misma, ante la gran realidad de la vida libre en su movimiento."  Samael Aun Weor

 

“(...) Aquí mueren las teorías y son los hechos los que llevan adelante al discípulo”.  V.M. Rabolú

 

 

El cuerpo físico es el Templo y el corazón es el Altar Sagrado del Templo. El corazón es verdaderamente el Sol de nuestro organismo, la gran maravilla de la creación. En el corazón reside la posibilidad de comunicarnos con nuestro SER, ya que contiene una partícula de Él (el átomo de Nous), un regalo para que podamos reconectarnos, si así lo deseamos.

Seguimos el camino de Cristo, el camino del Amor. Ningún acto de bondad será verdadero si no pasa por la puerta del corazón, por el sentimiento cálido del amor, de reconocer que lo que hacemos es por caridad, desprendimiento y sin esperar nada a cambio.

 

Evidentemente, hablar es más fácil que escuchar, sobre todo de nosotros mismos, que siempre nos gusta oír, pero escuchar a los demás no siempre es una tarea fácil de cumplir. A menudo, escuchar a alguien que necesita ser escuchado y tenido en cuenta puede considerarse caridad, un gesto de amor.  Es importante que aprendamos a ser amorosos, atentos y comprensivos con el prójimo. La caridad enciende los fuegos del corazón, alimentando la llama azul de nuestra Esencia.

 

La gnosis es la experiencia mística del conocimiento directo, cuyas claves nos fueron dadas por nuestros Venerables Maestros. Vivimos la síntesis de las enseñanzas dejadas por los dos testigos del Apocalipsis (V.M. Samael y Rabolú). Una comprobación muy individual de todas las verdades del cosmos, de la naturaleza y de nosotros mismos.

 

El conocimiento gnóstico no pretende alimentar nuestro intelecto, sino enseñarnos formas de revolucionar nuestra conciencia. Para ello, necesitamos crear autodisciplina para convertirnos en guerreros de Acuario, adquiriendo el dominio de la máquina humana y desarrollando también las facultades del Cardias. Estas facultades nos permitirán salir conscientemente en astral, así como tener la intuición para interpretar los sueños y la sabiduría para actuar, siguiendo los principios del recto pensar, recto sentir y recto actuar.

 

La búsqueda de nuestro SER, que es la partícula de Dios en nosotros, pasa por el camino del Corazón. El corazón es el gran faro de los conflictos que existen entre la mente y el sexo, donde uno constantemente quiere anular al otro. Además, durante el día, las impresiones no transformadas alimentan nuestros defectos, dejando residuos de energías negativas en los diferentes centros. Esta es la fuerza centrífuga que actúa sobre nosotros, es un tipo de energía involutiva y descendente, que tarde o temprano nos llevará a caer y fracasar en la lucha diaria por mejorarnos.

 

Para que estas energías no sigan repercutiendo en los centros, tenemos que aprender a sublimarlas, trabajando con la fuerza centrípeta. Tenemos que aprender a elevar estas energías hacia el corazón, haciéndolo más liviano y más puro.

 

Durante el día, en el campo de batalla, como soldados en la guerra, nuestras armas son el Recordación de sí mismo (estar presente en cada momento, sin pensar en el pasado ni hacer planes para el futuro); la Observación de sí mismo (observar nuestros pensamientos y darnos cuenta de nuestras reacciones internas ante los acontecimientos); la Transformación de las impresiones (cambiar de lugar con el otro, frenar la intensidad de los malos sentimientos de ira, venganza, orgullo herido); y la Muerte de los detalles (pedir instantáneamente a la Divina Madre que disuelva el defecto que tenemos).

 

También debemos aprender a disciplinar nuestra mente concentrándonos en lo más importante de nuestras tareas diarias, realizando cada tarea con presencia constante y sin dejarnos distraer. Tenemos que volvernos más serenos, menos reactivos a todo, acallar nuestras voces interiores. De este modo, escuchamos la voz de nuestro Corazón, que es la voz de la intuición, la voz Divina dentro de nosotros. Esto también va de la mano con dedicarse a las tareas y quehaceres esenciales, evitando la futilidad. Mantenerse ocupado con cosas útiles. Y aquí hay muchas distracciones diarias que nos alejan de la meta...

 

El equilibrio de los Centros es de vital importancia, porque si hay desequilibrio, la energía centrífuga empieza a circular con más vigor. La música superior, el arte, la poesía y el contacto con la naturaleza activan el trabajo de nuestra Esencia, trayéndonos sentimientos más elevados.

 

Para recorrer el camino del Corazón, tenemos que aprender a ser más pacientes y serenos. Las explosiones de ira y rabia sofocan la expresión del corazón, poniéndonos en contacto con emociones negativas. Las polémicas y las intrigas de las redes sociales no nos llevan más que a agotar las energías de nuestros Centros. Frenar la tentación de responder o reaccionar a un post nos ahorra energía.

 

Es importante que no guardemos resentimientos al prójimo, porque la mayoría de nosotros estamos en modo automático y no podemos tomarnos nada personalmente. El mismo proceso ocurre con la lujuria, la gula, la avaricia, etc. Podemos decir que no tenemos estos defectos, pero en realidad siempre los tenemos, en menor o mayor grado, con sólo observarnos a nosotros mismos. En sueños, por ejemplo, nos vemos en situaciones extrañas en las que no participaríamos despiertos. Y esto es una prueba de la manifestación de esos defectos que creemos no tener.

 

El intelectualismo se desarrolla sobre la base de nuestro abuso sexual, que a su vez impide que el corazón, como morada de las partes superiores de nuestro Ser, se manifieste. Así, en un estado de frialdad emocional y espiritual, somos como una brasa que se apaga.

 

 

“Blanquead el latón y quemad vuestros libros” (Alquimistas medievales)

 

 

“Pero tengo unas cuantas cosas contra ti: que dejas que Jezabel, una mujer que se hace llamar profetisa, enseñe y engañe a mis siervos, para que forniquen y coman los sacrificios de la idolatria” (Apocalipsis 2:20).

 

 

 Jezabel significa intelectualismo, juerga, orgías, fiestas, fornicación, adulterio, materialismo.

 

Si aprendemos a sublimar estas energías durante el día (las parejas también tienen la práctica de la transmutación), por la noche entraremos en las prácticas con un impulso extra. La comunicación con el corazón se hará más intensa y la oración a las partes internas y el contacto con lo divino se elevarán a las alturas que necesitamos en este momento. En cuanto a las prácticas de la noche, vamos a entregarnos al misticismo trascendental, a la oración y a las prácticas de naturaleza conquistadora y superior, como la Meditación y el Desdoblamiento Astral.

 

En este tema, para desarrollar nuestro Cardias, nos centraremos en la Concentración y la Imaginación. La Concentración y la Imaginación son auxiliares para dominar nuestra mente, evitando divagar o desarrollar procesos de fantasía.

 

Una de las prácticas enseñadas por el Maestro Rabolú es ponernos dentro de nuestro corazón, escuchar sus latidos e imaginar cómo funciona. Pensemos por un momento que nuestro corazón, como un ritmo cósmico, nunca se detiene. Es la maravillosa bomba que anima todo nuestro organismo, el motor que permite que la máquina humana funcione a la perfección. A medida que profundizamos nuestra concentración, conectamos con las sensaciones superiores de nuestro SER. La conexión despierta con las partes superiores nos preparará entonces para alcanzar las experiencias superiores fuera del cuerpo.

 

Otra práctica enseñada por el Maestro Samael es trabajar el proceso de imaginación con la Naturaleza. Podemos trabajar con el proceso de evolución e involución de la vida.

 

Por ejemplo, un rosal: imagina desde el momento en que preparas la tierra y siembras este rosal. Imagina cómo crece, su tamaño, las hojas que se desarrollan, cómo crece la planta hasta que, en un momento dado, empieza a emitir un capullo de flor. Entonces el rosal abre esta flor, imaginamos el color de esta rosa, incluso podemos intentar oler su perfume... Al cabo de un tiempo, esta flor empieza a marchitarse, los pétalos se caen, las ramas se secan, degeneran hasta que toda la planta se seca y cae, mezclándose de nuevo con la tierra...

 

El proceso imaginativo es muy importante para el desarrollo de Cárdias: Imaginar es Ver... 

 

También podemos imaginarnos dentro de nuestro corazón y empezar a ver cosas en la naturaleza, percibir sus colores y sonidos. Imaginar bosques profundos, flores, el fondo del mar, el sonido de las olas en una playa, el sonido de un arroyo o de una cascada, etc...

 

Para trabajar con el corazón, tenemos que aprender a volvernos puros, a volver a ser niños inocentes. Buscar siempre hacer el bien, aprendiendo a amar al prójimo.

 

 

“Sólo la santidad y la castidad absoluta nos transforman en Ángeles”.  Samael Aun Weor

 

 

¡Paz Inverencial!

 

 

Colaboración: Estudiantes  Gnósticos de Gnosis para los Pocos / S.O.S.